domingo, 30 de enero de 2011

¿CÓMO SE ENCONTRÓ EL CEMENTERIO ZAGRÍ DE TAUSTE?


A veces me preguntan cómo se me pudo ocurrir que el cementerio islámico de Tauste pudiera estar donde finalmente lo encontramos. Algunos lo atribuyen a pura casualidad, mientras que otros me adjudican una gran perspicacia que ya la quisiera yo.

Ni lo uno ni lo otro. Generalmente las cosas ocurren de una forma más normal que todo eso. Era un secreto a voces que en aquella zona aparecían enterramientos. A mediados del siglo XX a alguien se le ocurrió relacionarlos con una epidemia de cólera que asoló Tauste hacia el año 1885. Cuentan que en las casas donde había un enfermo ponían una silla en la puerta; de esa forma, cuando pasaba el médico sabía que debía entrar allí. Si sobre la silla había un paño negro, significaba que lo que había era un muerto. No daba tiempo a realizar funerales en condiciones, de modo que iban los servicios municipales por la calle con un carro tirado por mulas y, donde veían el paño negro sobre la silla, entraban, cargaban al muerto sobre el carro y, cuando éste se llenaba, conducían la carga al cementerio. De allí viene el nombre de la esquina “Berroy”: Efectivamente, Berroy no era ningún potentado del pueblo, como muchos pensarán, sino un pobrecico cuyo cadáver cayó del “caramullo” del carro en aquella esquina, quedando su nombre atribuido a la misma de manera popular.

Pues bien. Mi mosqueo empezó cuando pude comprobar que aquellos enterramientos no correspondían a fosas comunes, sino que se trataba de enterramientos individuales y ordenados. Es decir, un cementerio en toda regla.

Sabíamos que, antiguamente, a los muertos se les enterraba en las iglesias: a los pobres fuera y a los ricos dentro, que así estaban más cerca de Dios (para todo siempre ha habido clases). Concretamente, en Tauste, el subsuelo tanto del interior como de los alrededores de las iglesias de Santa María y San Antón estaba repleto de esqueletos humanos (y aún quedan, evidentemente). Esa práctica vino siendo habitual hasta principios del siglo XIX, cuando el gobierno de España dictó una Orden por la que, debido a motivos de salubridad, los cementerios debían sacarse fuera de las poblaciones. Fue entonces, hacia 1835, cuando se construyó el que conocimos como “cementerio viejo” en el paraje de Santa Bárbara, el cual fue derribado en los años 80 para hacer el parque que ahora existe en ese lugar. La pregunta inmediata, lógicamente, fue: ¿si aquel cementerio fue el primero en construirse fuera del casco urbano, éste, que también estuvo fuera y del que nunca ha habido constancia alguna, qué narices es?. Está claro que ahora esa zona está dentro del pueblo, pero antes del siglo XX el trazado urbano terminaba allí; eran las eras.

Ahí es donde me coincide el momento de mis inquietudes zagríes y empiezo a recoger información sobre cómo eran (y son) los cementerios islámicos: situados fuera de la ciudad, pero pegados al límite de la misma y junto al camino principal que a ella llegaba. En los archivos parroquiales no había constancia alguna de la existencia, siquiera, de alguna humilde ermita o construcción religiosa que diera pistas sobre un cementerio cristiano en ese lugar, luego ahí empezó la sospecha de que pudiera ser musulmán.

De igual forma que, para nosotros los técnicos, los planos de los edificios antiguos nos transmiten un lenguaje muy interesante sobre el proceso de construcción de los mismos, también ocurre con los planos de las ciudades, que nos dan a conocer de una forma intuitiva, pero generalmente bastante certera, la evolución de toda la trama urbana y de su entorno. Las piezas empezaban a encajar, pues por ahí tenía que venir el camino más importante que llegara a Tauste, que es el de Zaragoza. La existencia de un cementerio tan grande en ese lugar significaría que el pueblo, en el siglo XI, ya llegaba hasta allí, lo que justificaba el origen zagrí de la torre como alminar de la mezquita y no mudéjar como siempre se ha dicho, por la existencia de una población numerosa ya en aquella época. Efectivamente, si Tauste hubiera sido tan sólo una humilde fortaleza con pocos habitantes antes de la conquista de Alfonso I el Batallador, no cabría pensar en un alminar tan grandioso como éste, que, supuestamente, debía acompañar a una mezquita en consonancia con el mismo.

Y salió, sí señor, salió que ese cementerio era musulmán. Y por eso es que afirmo que el hallazgo da un vuelco a la historia de nuestro pueblo. Algunos me dicen que debería ser más prudente en mis afirmaciones hasta que lleguen los resultados del carbono-14, los cuales nos darán la fecha aproximada de esos enterramientos. Me da igual. Con todo lo importante que será el conocimiento de esos resultados, me estoy poniendo en la situación más modesta, que es que sean del siglo XI, porque si resultan ser anteriores, ya pueden venir los eruditos de la Universidad o de donde haga falta para que nos expliquen qué pudo haber en Tauste en los siglos VIII, IX o X, pues, recordemos que la ubicación del cementerio en ese lugar significa que el pueblo llegaba hasta allí y que por tanto, era ya muy grande, pues tenía la misma extensión que mucho después, ya en el siglo XIX. Podemos ser "condescendientes" con su error al afirmar tan rotundamente que Tauste no era apenas nada hasta que no llegaron los cristianos si sólo hay un siglo de desviación, pero si fueran más siglos, algo nos tendrían que decir, pienso, y sería yo el primero en alegrarme por haberme equivocado.

Pero si resultan posteriores, todavía el asunto resulta ser más enigmático, pues se dice que, después de la conquista cristiana, no quedó población musulmana en Tauste. Aunque hubiera quedado, sería una minoría, lo cual no justifica un cementerio de tales proporciones. Por tanto, que vengan también, que se pongan a trabajar y que nos lo expliquen.

El próximo 17 de febrero sabremos más del tema, en la conferencia que el arqueólogo director de las excavaciones, Francisco Javier Gutiérrez, nos va a impartir en la Casa de Cultura. Seguro, dada la envergadura del asunto y conociendo al personaje (no se lo pierdan), que va a ser muy, pero que muy, interesante.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien por Jaime, bien por el Patiaz, bien por toda la gente de nuestro pueblo que se interesa por su Historia y nos hace particípes de la misma.

lucero dijo...

No había leido esta entrada y la verdad que me ha sorprendido por la afirmación y rotundidad con que te expresas, pensaba que ibas a esperar a los resultados del carbono.
Me alegro que haya sido así; peroooooo, creo que algo se te olvida al respecto,si piensas un poco lo deduciras.

Rockberto dijo...

Bien, Jaime, ya me tienes ansioso aguardando el inte.

Y si ya has deducido lo que has olvidado, espero que me lo cuentes allí, en persona.

JAIME CARBONEL dijo...

¡Ay!, pues no sé. ¿Qués lo que me saulvidau?

djamel tauste 1993 dijo...

es sorprendete la historia para rekonocer a los enfermoss poniendo asi la silla. y el trapo negro para ya echar al karro a los difuntos es genial ke se saken a la luzz toas esas historias ke se an ido perdiendo kon el paso de los años ...

djamel dijo...

y lo del kruze berroy es espectacularr. ke penaa ke la juventudd de hoi en dia no se interese por ese tipo de kosas

acido dijo...

jajaja