sábado, 23 de febrero de 2013

LA "INVASIÓN ÁRABE"

Hace unos meses, gracias a nuestro amigo arqueólogo Francisco Javier Gutiérrez, descubrí un artículo muy interesante, publicado en El País el 17 de noviembre de 2006. Resumía las nuevas interpretaciones históricas llevadas a cabo por el arabista Emilio González Ferrín y, evidentemente, compartidas por otros estudios del tema, con un titular tan sugerente como: “GONZÁLEZ FERRÍN NIEGA LA INVASIÓN ISLÁMICA DEL AÑO 711”.

La historiografía tradicional nos decía que los musulmanes habían entrado en la Península Ibérica desde el norte de África en 711 con un ejército poderoso y que, en tan sólo tres años, habían conquistado casi todo el territorio peninsular. Pues bien, este especialista, en su libro “Historia General de Al-Ándalus”, niega la invasión islámica del año 711. Como gran conocedor del tema, afirma que en esa época todavía no estaban codificados ni el Corán ni ninguna tradición islámica. "A la lengua árabe le faltaban 100 años para ser una lengua internacional. Quienquiera que entrase en la Península Ibérica ni era musulmán ni hablaba árabe", resumía el autor. Así de fuerte suena.

González Ferrín declara que es una cuestión de justicia: "¡hay tanta morralla sobre la interpretación de lo árabe!”, decía.

En su explicación, relataba que desde 711 hasta 756 son años de guerra civil. Hubo una cantonalización de la Península. El norte va por un lado; Levante, por otro; Portugal, por otro. España sufre una hambruna y una guerra civil generalizada a la que se incorporan tropas del norte de África que no son árabes ni bereberes, sino púnicos, visigodos, vándalos y bizantinos", relata el autor. Muchas veces son gentes que, incluso, “vuelven a casa”. "En esta guerra civil, grosso modo, los contendientes son los partidarios de los reyes visigodos Witiza y Rodrigo. Los hijos de Witiza mantienen el control en las ciudades".

También niega la Reconquista: "ya decía Ortega y Gasset que una Reconquista que dura 800 años es demasiado larga para llamarla Reconquista. La historia no avanza a telonazos. Si no hubo una conquista, ¿dónde queda Al-Ándalus? Al-Ándalus es un primer renacimiento europeo, es un producto genuinamente europeo. En el siglo XIII, Averroes es prohibido en la Sorbona, en París, no en El Cairo, donde no se le leía. Todos los que llamamos judíos andalusíes escribían en árabe", afirma también resaltando la fuerte impronta judaica.

"Al-Ándalus se filtra y esa filtración produce elementos esenciales para el Renacimiento español. El erasmismo español es una filtración de Al-Ándalus. El erasmismo aboga por una menor formalidad litúrgica y más contenidos", comenta.

"Hay una lectura contemporánea. Es que tenemos un complejo de ser españoles. La negación de Al-Ándalus es un componente más de nuestro complejo de ser españoles", señala el arabista. "A partir del año 1000, con el Libro del Apocalipsis del Beato de Liébana y el descubrimiento de los supuestos restos de Santiago, se empieza a generar una ideologización de la religión”. La Península se escinde en dos tendencias: hacia Oriente, la peregrinación a La Meca; y hacia Occidente, la peregrinación a Santiago. “Se convierte la religión en ideología", dice González Ferrín.

El libro sigue a Américo Castro en el sentido de que “tenemos que habitar nuestra historia. No se entiende Al-Ándalus sin Valencia, Zaragoza y Toledo. Al-Ándalus es un primer renacimiento europeo, pero como está escrito en árabe, los europeos no lo reconocen como tal", añade.

Realmente, donde mayor empeño se ha dado siempre en no reconocerlo es en la propia España, hasta del punto de que pueden consultarse obras de personajes ilustres andalusíes (españoles) en inglés o francés, porque alguien se preocupó de traducirlas a esos idiomas, mientras en éste, su país, eran deliberadamente condenadas al olvido.

González Ferrín elogia la fertilidad del debate entre los historiadores Sánchez Albornoz y Américo Castro. "Juan Goytisolo dijo que los españoles somos europeos en más por el hecho de llevar a Al-Ándalus en nuestras venas. La matización que hago a Américo Castro es que no hubo una España de tres culturas, sino que hubo una España de una sola cultura con tres religiones. Y esa cultura andalusí fue la cima de Europa", dice el autor.

"Al-Ándalus viene del griego Atlantis. Platón situó aquí la Atlántida. Lo mismo que Sefarad viene del Jardín de las Hespérides. Al-Ándalus y Sefarad son los paraísos perdidos de la cultura grecolatina, no de mitos beduinos o árabes. El islam en el Medievo hereda a Roma. No la sustituye, sino que la hereda", concluye González Ferrín.



Pues, ¿qué quieren que les diga? Desde mi modesta opinión, me parecen mucho más lógicas y naturales este tipo de interpretaciones de nuestra historia que todo ese entramado de enfrentaciones entre religiones, entre buenos y malos, que siempre nos han contado. Que los hechos suelen transcurrir con mucha más normalidad y que la explicación tan lúcida que da este hombre encaja mucho mejor.

Pero me surge una gran duda: si, como dice él, quienquiera que entrase en la Península en 711 no era musulmán ni hablaba árabe, si en esa época todavía no estaban codificados ni el Corán ni ninguna tradición islámica, ¿qué pinta en Tauste un cementerio islámico tan importante como el que hemos descubierto, con restos que aquella temprana época? No olvidemos que en ésta necrópolis, junto con la de Pamplona, se han datado las tumbas islámicas más antiguas de la Península, de todas las ensayadas hasta la fecha por el método del Carbono-14.

Enterrar uno a sus seres queridos mediante un rito tan especial como depositar el cadáver en la fosa sobre el costado derecho, envuelto en un sudario, con la cara mirando hacia La Meca y cubierto con tierra "limpia" (traida de otro lugar, sin contaminar por la acción del hombre o de los animales),  no me digan que no responde a un sentimiento profundamente religioso, en este caso islámico.

Cuando los documentos ya no dan más de sí, sobre todo en un país donde tradicionalmente se ha despreciado “lo moro” (hasta se usa la propia palabra en tono despectivo) y en cuyos ámbitos universitarios ni siquiera se facilita el aprendizaje de la lengua árabe como medio esencial para que cualquier investigador pueda profundizar en esos legados, pienso que la única forma de seguir avanzando en el camino correcto es la arqueología.

Es la hora de los arqueólogos.