Quiero agradecer a todos las efusivas felicitaciones por la entrevista en el Heraldo de Aragón publicada el pasado día 6 de julio y, especialmente, a Noeli Barceló.
Las reacciones positivas se van sucediendo, hasta el punto de que, una teoría que, en un principio, parecía casi marciana, cada vez va tomando más aceptación.
Quedan los escépticos, totalmente comprensibles. Cómo no. No se puede contar a un pueblo que esa torre que siempre se ha tenido como mudéjar del siglo XIII se les diga que ahora no, que es un alminar del XI y, automáticamente, pasen a creerlo, por muy sólidos que sean los argumentos aportados, máxime cuando se trata de un asunto del que no cabe esperar que casi nadie lo viva con la intensidad que lo vivimos cuatro ilusionados y el de la guitarra.
Me siento muy satisfecho porque, por parte de esta gran masa de gente –que es la mayoría, incluso por un sector cada vez más creciente de la rama de historia- ya se adopta una postura de normalidad ante estas nuevas teorías, lo que significa que, poco a poco, va calando.
Escribo este artículo porque hasta ahora, sí, nos hemos deshecho (me refiero a Javier Peña, José Miguel Pinilla y yo) en explicar estas evidencias desde el punto de vista técnico, pero hay otra explicación sencillísima muy fácil de asimilar y que aporta mucha base.
Digamos que mucha gente, desde el día de mi charla en la Casa de Cultura (10 de febrero de 2009) y la posterior publicación de mi trabajo “Tauste en los siglos XI al XIII” en el libro de Actas de las X Jornadas sobre la Historia de Tauste” editado por la Asociación Cultural “El Patiaz”, empezaron a admitir aquello de que “pues no digo yo que tanto como ha dicho éste de que la torre sea un alminar del siglo XI pueda ser cierto, pero que sea anterior a la iglesia, eso parece claro”. Normal, siempre se ha tenido a la torre por “mudéjar” y un “iluminado” no le cambia la consideración de la noche a la mañana.
Pero pensemos una cosa. Vamos a imaginar que, efectivamente, la torre es un campanario mudéjar construido antes que la iglesia de Santa María, aun a pesar de que no tiene configuración de campanario (recordemos que tuvieron que romper los huecos para alojar las campanas) y de todos los argumentos que no voy a repetir aquí. En ningún lugar se construye un campanario antes que una iglesia, sino al revés. Las obras siempre se comienzan por lo más importante funcionalmente, que, en este caso, es la iglesia. Se empieza por el ábside y se va ampliando por tramos, a medida que la feligresía y las posibilidades van creciendo. Si hace falta llamar a los fieles a oración, se levanta una espadaña para poner una campanica (como lo que hay sobre el tejado del ábside) y ya cumple la función. Levantar semejante campanario supone un potente acto de afirmación y de grandeza acerca del templo al que acompaña y, recordemos que, con todo lo grande que es la iglesia de Santa María, aún así, el tamaño de la torre se queda desproporcionado. A todo esto, no creo que a nadie se le ocurra sostener la idea de que quizá empezaran a hacer el ábside y los dos primeros tramos para pasar a levantar la torre y finalizar la obra con el último tramo. Sí, esto explicaría lo que ya es evidente, que cuando se construye este tramo la torre ya existe (por lo de las hiladas perfectamente rejuntadas), pero es una idea tan sumamente peregrina que no puede caber en ninguna lógica por los motivos antes expuestos y otros.
La iglesia de Santa María de Tauste es uno de los ejemplares mudéjares más antiguos de Aragón (digo la iglesia, no la torre). La arquitectura mudéjar comienza pasado más de un siglo desde la conquista cristiana. En el periodo comprendido entre principios del siglo XII (conquista cristiana) y principios o mediados del XIII (aparición del mudéjar en Aragón y construcción de la iglesia de Santa María), no cabe pensar en la construcción de una edificación mudéjar tan magnífica como la torre de Tauste. Demasiada actividad constructora para este pueblo que las está pasando canutas para levantar la iglesia de San Miguel (San Antón), una fábrica muy diferente, por otra parte, para ser de la misma época. Absurdo total.
Pero, aun pensando que así fuera (y ya me parece que estoy rozando el colmo del surrealismo por sostener lo que siempre se ha dicho), no podemos suponer que hicieran la torre sola, sin templo adjunto. ¿Para qué?. ¿Para vigilancia?. Está claro que se trata de una arquitectura religiosa, pues las construcciones militares se hacían con tapial de yeso y no de ladrillo. Menos aún con esas decoraciones tan ricas. Tendríamos que pensar, pues, que esa torre “mudéjar” habría sido construida junto con otra iglesia mudéjar anterior a la que conocemos, pero posterior a ¿1200? (como mucho), porque, lógicamente, si la torre está hecha con una tecnología de ladrillo y yeso, el templo al que acompañaba, sería del mismo estilo. Pero, mira por dónde, pasados tan sólo 40 o 50 años, deciden derribar aquella iglesia mudéjar para construir otra mudéjar, que -ésta sí- llegue hasta los pies de la torre. ¿Por qué deciden derribarla, si una torre tan magnífica acompañaría a un templo igualmente magnífico y tan bien construido como la torre?.
Otra teoría que se contempla en muchos casos es que la antigua iglesia podría ser románica (como San Antón) y se derribó para construir la iglesia mudéjar que hoy conocemos. ¿Sabían ustedes que, según la historiografía oficial, Aragón tiene el guinnes de los récords de iglesias románicas derribadas pocos años después de haber sido construidas para ser sustituidas por las iglesias mudéjares hoy existentes, pero de las que jamás han aparecido ningún resto arqueológico?.
Sólo por no admitir algo tan natural como que cuando los cristianos toman Tauste en 1121, se encuentran con una mezquita y un alminar en el centro del pueblo, ambos construidos en ladrillo y yeso, la mezquita la consagran para el culto cristiano y el alminar lo reutilizan como campanario. La primera obra importante que realizan los cristianos en Tauste es la iglesia de San Miguel, la cual coexiste durante algún tiempo con la antigua mezquita, hasta que deciden derribar ésta y construir la iglesia siguiendo las modas de entonces, pero no son tan tontos como para derribar el magnífico alminar del siglo XI.
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