viernes, 28 de marzo de 2014

VIAJE A IRÁN (II)

4 de febrero. Comienza el viaje…
El martes día 4 de febrero, a las 15:30, estábamos Javier, José Miguel y yo en el aeropuerto de Barajas, con nuestros respectivos equipajes, ante el mostrador de Turkish Airlines, esperando a conocer al resto del grupo con el que íbamos a emprender un viaje que tantas incógnitas despertaba en nosotros. No tardaron en aparecer Raúl, Laila, Ammar y Hassan, así como Virgilio que llegó poco después. Tras las correspondientes presentaciones, quisimos hacernos una foto de grupo y compartirla por Facebook con nuestras amistades.

AEROPUERTO DE BARAJAS. DE IZQUIERDA A DERECHA: JOSÉ MIGUEL, JAIME, JAVIER, RAÚL, LAILA, HASSAN, AMMAR Y VIRGILIO

El avión salió a las 17:55 y allí se produjo la primera incidencia: José Miguel se puso indispuesto debido a un posible corte de digestión. Las azafatas se portaron fenomenalmente, así como una voluntaria que se acercó (debía ser médico o enfermera, pero no hablaba español) y estuvo atendiéndole constantemente. Nos dio un buen susto, pero se le pasó felizmente. Las primeras conversaciones con Virgilio resultan muy interesantes en las que él nos adelanta su versión sobre lo que fue al-Andalus. Resulta un tipo muy ameno y cercano en el trato, y se nos ofrece a enseñarnos Bobastro (Málaga), como algo muy impactante.
Virgilio Martínez es todo un personaje: licenciado y doctor en Historia Medieval por la Universidad de Málaga (Premio Extraordinario de Doctorado), arqueólogo y diplomado en lengua árabe. Ha trabajado durante algunos años como investigador en el CSIC, profesor invitado por la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Boston y la Universidad de Nuevo México, ponente en más de 50 reuniones y congresos internacionales, autor o coautor de unos 180 trabajos científicos y de 18 monografías sobre historiografía, arqueología y epigrafía de al-Ándalus y del Islam de Occidente en época medieval, Mención de Honor del Premio Málaga de Investigación 2008… y muchas cosas más. Relata hechos con una gracia malagueña natural en él, sin detrimento del rigor histórico que defiende ante todo. Ejemplo de ello es la crónica que nos relata sobre el asedio de Málaga por los Reyes Católicos en 1487, donde ¡ya se emplearon armas químicas!. ¿Cómo, armas químicas ya en el siglo XV?. Efectivamente, les lanzaban animales muertos con las catapultas por encima de las murallas para causar enfermedades infecciosas. Describe el asedio como algo terrible y muy cruel por parte de los castellanos.
En los controles del aeropuerto de Estambul, la única anécdota reseñable fue que una policía me requisó un metro que llevaba en mi bolso de mano, que me había llevado como parte de mi equipamiento técnico. Lo sacó del bolso, me dijo unas palabras que no entendí y lo arrojó dentro de un recipiente ante mi estupefacción. Debió de parecerle un arma muy peligrosa. Qué le vamos a hacer. En el intervalo de espera hasta coger el vuelo a Teherán, los musulmanes del grupo buscaron un oratorio donde rezar dentro del propio aeropuerto.

5 de febrero. Primer día en Teherán…
Llegamos al aeropuerto de Teherán-Imán Jomeini a las 5:50 de la mañana (3:20 hora Madrid; hay 2:30 horas de diferencia). Antes de salir del avión, todas las mujeres llevan ya sus cabezas tapadas con pañuelos, incluida Laila. Nos sorprendió ver tanta nieve en todo el aeropuerto y alrededores. Allí nos enteramos de que Virgilio no tenía el visado (no he llegado a enterarme de las circunstancias del porqué), lo cual podría ser motivo de problemas para entrar en el país. Lo tenía ya hablado con Raúl y, de camino por los pasillos del aeropuerto hasta llegar al control de entrada al país, Raúl nos dio instrucciones para que siguiéramos adelante con su hija, que él y Virgilio se desviaban por otro pasillo para hacer unas gestiones. Pasamos el control de entrada sin ningún problema y nos dirigimos a la cinta de recogida de equipaje. Al poco rato aparecieron Raúl y Virgilio con todo solucionado. ¿Quién es verdaderamente este hombre –nos preguntábamos- y qué influencias tiene en este país?.
Eran ya las 7 de la mañana y estaba amaneciendo en Teherán cuando nos acercamos con todos los equipajes a la puerta de salida. Allí fuimos conscientes de la tremenda nevada que había caído (y seguía cayendo). Después nos enteramos de que hacía 50 años que no nevaba tanto en aquella ciudad. Hacía frío (unos 8º bajo cero) y vinieron a buscarnos tres individuos con una furgoneta de 10 plazas y un turismo. Uno de ellos (luego supimos que se llamaba Afshín) hablaba un poco de español y nos recibió con una sonrisa y un “bienvenidos a su país”. Era el conductor de la furgoneta y nos indicó que subiéramos a la misma. Como no tenía maletero, el equipaje iría en el turismo y los otros dos individuos se encargarían de cargarlo en el mismo. Como quiera que Raúl observara cierto recelo por nuestra parte en desprendernos de nuestras maletas, nos tranquilizó diciendo que eran personas de total confianza. Los 25 Km de recorrido hasta la capital fueron por una autopista casi impracticable por la nieve, con un intenso tráfico de vehículos. Los carteles en persa (con signos árabes, pero allí no se habla apenas árabe) evidenciaban que verdaderamente nos encontrábamos en Oriente Medio.
En la entrada a la ciudad, Afshín tuvo que parar y bajar a limpiar el parabrisas, pues la visibilidad se había hecho ya muy penosa por la nevada que seguía cayendo y el hielo que se formaba debido a la baja temperatura. El coche se perdió con las maletas. Íbamos dispuestos a adaptarnos a todo lo que nos surgiera. Ante una invitación de este tipo y en un país como éste, incluso contemplábamos la posibilidad de que nos repartieran por casas particulares, como forma de resolver nuestro alojamiento. Sin embargo, la furgoneta se detuvo ante la puerta del Hotel Internacional Parsian Esteghlal, de 5 estrellas. Era donde nos íbamos a alojar durante nuestra estancia en Teherán. Tenía un hall grandísimo, donde nos invitaron a sentarnos y nos sirvieron un té caliente mientras esperábamos la llegada de las maletas, ya que el coche que las portaba, efectivamente, se había perdido. Nos indican que pasemos al comedor para desayunar (son ya las 9 de la mañana), pero no tenemos apetito, después del largo viaje, el desajuste horario y haber comido algo en el avión. Raúl nos indica que hagamos un pequeño esfuerzo, aunque comamos poco, porque detecta que puede producirse cierto malestar ante nuestra negativa. El bufet es estupendo y al final nos aplicamos todos a tomar un buen desayuno, con fruta, huevos, zumos, café, dulces, etc. Después de desayunar, Raúl nos sugiere descansar en la habitación hasta la hora de la comida, idea que aceptamos con gusto. Me toca compartir habitación con José Miguel; Javier con Virgilio; los dos musulmanes juntos y, naturalmente, Laila con su padre. Nos alojan en la planta 13. Las habitaciones son amplias y cómodas, cada una con su correspondiente terraza y unas vistas espectaculares hacia la parte más moderna de la ciudad.

LLEGADA AL HOTEL. VISTA DE LA CIUDAD DESDE LA HABITACIÓN

(Continuará)

2 comentarios:

Raúl dijo...

Jajaja.
Virgilio no quiso enviarme su pasaporte porque quedaban solamente dos o tres días para el viaje y temía que pudiera perderse en correos. Cómo yo le tranquilicé diciendole que al llegar al aeropuerto de Teherán podríamos comprar allí mismo el visado, así quedó la cosa.
Al llegar al aeropuerto nos fuimos a la ventanilla de visados, pagamos los sesenta euros de rigor, le extendieron su visado en el pasaporte y fin del misterio.

Anónimo dijo...

¡Apasionante relato!...espero coincidir con vosotros en algún viaje.
J.López-astilleros