Deseo manifestar desde aquí mi gratitud a Noeli Barceló por haber tenido en cuenta la importancia de nuestra torre (la que ya tiene reconocida más la añadida que merece al reconsiderar su historia) y contar con mi presencia en el programa de Radio Zaragoza “A vivir Aragón”, el pasado sábado, día 18, que fue emitido desde el Centro de Interpretación del Agua de Tauste.
Me impresionó especialmente la tremenda profesionalidad del presentador del programa, Miguel Mena, y, en especial, su gran delicadeza y la eficacia con que supo captar el alma de todo lo que vengo exponiendo aquí, en este blog, desde hace ya más de un año, a pesar de la escasa disponibilidad de tiempo, circunstancia siempre presente a conjugar en estos programas de radio y televisión.
Gracias a ellos y, también, a Enrique Galé, tuvimos la ocasión de lanzar en un programa de tanta difusión apenas una señal, una pista, de lo que es y representa nuestra torre, como arquitectura única, perteneciente a una época de nuestra historia tan apasionante como desconocida.
No se podía decir todo en ese corto espacio. Nos faltó decir que nuestras torres octogonales aragonesas no tomaron el modelo de las catalanas (como alguien ha dicho en alguna ocasión), sino más bien al revés. Tampoco hubo espacio para contar que su estructura no está copiada de los alminares almohades, sino, también al revés, que son éstos los que adoptan las técnicas aquí desarrolladas, llevadas al sur de la Península por gentes procedentes de nuestras tierras, que tuvieron que marchar tras la conquista de Alfonso I, etc.
Pero creo que fue suficiente En octubre se inaugurará en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza una gran exposición sobre el arte mudéjar aragonés, en la que, si sale nuestra torre (recordemos que en el Pabellón de la Diputación de Zaragoza en la Expo no le dedicaron ni un triste lugar) nos volverán a decir que es mudéjar del siglo XIII o XIV, pero la semilla ya está echada y bien abonada con amplios e irrebatibles argumentos.
Ahora sería fabuloso que también a Javier Peña y a José Miguel Pinilla, quienes han fundamentado toda esta movida (casi 30 años de investigación en esta materia, destripando y restaurando edificios zagríes y mudéjares, discípulos y sucesores del ínclito profesor Íñiguez) se les diera la oportunidad de exponer en un medio de semejante difusión todo el contexto del legado zagrí y por qué tenemos un patrimonio andalusí tan rico en una tierra situada tan al norte de Andalucía, en una España donde hablar de ello sólo parece limitarse a la Mezquita de Córdoba, la Giralda de Sevilla, la Alhambra de Granada y poco más, monumentos de los que, por cierto, bien orgullosos nos sentimos todos los españoles.
Me preguntaba un amigo el otro día que “todo esto, ¿para qué?, ¿dónde se supone que termina este empeño?”. Buena pregunta. Intenté explicarle la pena sentida por la destrucción sistemática en los últimos tiempos de nuestra arquitectura popular, de nuestra historia, de nuestro pasado, casi siempre a manos de los propios taustanos, así como la indolencia que rodea todo ello, la falta de aprecio por lo propio y el sentido de inferioridad respecto de lo ajeno, que siempre nos parece más valioso. Eso crea una mayor necesidad de poner en valor lo que nos queda… y en ello estamos.
Quizá vendría bien un proyecto global de promoción turística, que nos sirviera para empezar por nosotros mismos, educarnos y concienciarnos. A veces, es necesario que vengan de fuera a abrirnos los ojos. Yo mismo aprendí a mirar nuestra torre de otra forma gracias a las continuas observaciones de José Miguel Pinilla, mientras construíamos la casa de mis amigos Javier Tajada y Maite Carbonel, desde la que se goza de una vista privilegiada. Con su natural sencillez, José Miguel me descubría cada día algo nuevo acerca de ese “objeto” inerte que todos hemos conocido siempre en ese lugar tan corriente y vulgar. Un día era el detalle de la rotura de las ventanas para colocar las campanas, otro día era el gran tamaño… y así sucesivamente. Al principio, seguía pasando desapercibida, pero, a medida que la obra avanzaba, también crecía en mí una fascinación insospechada por esa gran torre. Gota a gota, me fue contagiando, y empecé a trabajar en ello.
Decía lo de la promoción turística porque, al final, todo esto de la cultura y del romanticismo difícilmente se sostiene si no cuenta con un soporte económico. Estoy seguro de que, bien gestionado, podría suponer, como en otros lugares, un buen motor económico que contribuyera a que Tauste pudiera ser un día un pueblo más cuidado y más digno de ser visitado y conocido, del que poder sentirnos orgullosos, que patrimonio, no sólo arquitectónico, sino también de tipo tradicional, folclórico, cultural, histórico, gastronómico, fluvial, paisajístico, etc., no nos falta. Ahora hay que saber venderlo y, así, contribuir a dejar a nuestros hijos un buen lugar en el que vivir, sin tener que abandonar sus raíces y el lugar de sus ancestros.
No es ninguna tontería.
1 comentario:
De la mano del estupendo periodista Miguel Mena "ha nacido un gran comunicador" (Zagrí dixit). Y tú sin saberlo.
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