4 de febrero. Comienza el
viaje…
El martes día 4 de febrero, a las 15:30, estábamos Javier, José Miguel y
yo en el aeropuerto de Barajas, con nuestros respectivos equipajes, ante el
mostrador de Turkish Airlines, esperando a conocer al resto del grupo con el
que íbamos a emprender un viaje que tantas incógnitas despertaba en nosotros.
No tardaron en aparecer Raúl, Laila, Ammar y Hassan, así como Virgilio que
llegó poco después. Tras las correspondientes presentaciones, quisimos hacernos
una foto de grupo y compartirla por Facebook con nuestras amistades.
AEROPUERTO DE BARAJAS. DE IZQUIERDA A DERECHA: JOSÉ MIGUEL, JAIME, JAVIER, RAÚL, LAILA, HASSAN, AMMAR Y VIRGILIO
El avión salió a las 17:55 y allí se produjo la primera incidencia: José
Miguel se puso indispuesto debido a un posible corte de digestión. Las azafatas
se portaron fenomenalmente, así como una voluntaria que se acercó (debía ser
médico o enfermera, pero no hablaba español) y estuvo atendiéndole
constantemente. Nos dio un buen susto, pero se le pasó felizmente. Las primeras
conversaciones con Virgilio resultan muy interesantes en las que él nos
adelanta su versión sobre lo que fue al-Andalus. Resulta un tipo muy ameno y
cercano en el trato, y se nos ofrece a enseñarnos Bobastro (Málaga), como algo
muy impactante.
Virgilio Martínez es todo un personaje: licenciado y doctor en Historia
Medieval por la Universidad de Málaga (Premio Extraordinario de Doctorado), arqueólogo y
diplomado en lengua árabe. Ha trabajado durante algunos años como investigador en
el CSIC, profesor invitado por la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad
de Boston y la Universidad de Nuevo México, ponente en más de 50 reuniones y
congresos internacionales, autor o coautor de unos 180 trabajos científicos y
de 18 monografías sobre historiografía, arqueología y epigrafía de al-Ándalus y
del Islam de Occidente en época medieval, Mención de Honor del Premio Málaga de
Investigación 2008… y muchas cosas más. Relata hechos con una gracia malagueña
natural en él, sin detrimento del rigor histórico que defiende ante todo.
Ejemplo de ello es la crónica que nos relata sobre el asedio de Málaga por los
Reyes Católicos en 1487, donde ¡ya se emplearon armas químicas!. ¿Cómo, armas
químicas ya en el siglo XV?. Efectivamente, les lanzaban animales muertos con
las catapultas por encima de las murallas para causar enfermedades infecciosas.
Describe el asedio como algo terrible y muy cruel por parte de los castellanos.
En los controles del aeropuerto de Estambul, la única anécdota reseñable
fue que una policía me requisó un metro que llevaba en mi bolso de mano, que me
había llevado como parte de mi equipamiento técnico. Lo sacó del bolso, me dijo
unas palabras que no entendí y lo arrojó dentro de un recipiente ante mi
estupefacción. Debió de parecerle un arma muy peligrosa. Qué le vamos a hacer.
En el intervalo de espera hasta coger el vuelo a Teherán, los musulmanes del
grupo buscaron un oratorio donde rezar dentro del propio aeropuerto.
5 de febrero. Primer día en
Teherán…
Llegamos al aeropuerto de Teherán-Imán Jomeini a las 5:50 de la mañana
(3:20 hora Madrid; hay 2:30 horas de diferencia). Antes de salir del avión,
todas las mujeres llevan ya sus cabezas tapadas con pañuelos, incluida Laila.
Nos sorprendió ver tanta nieve en todo el aeropuerto y alrededores. Allí nos
enteramos de que Virgilio no tenía el visado (no he llegado a enterarme de las
circunstancias del porqué), lo cual podría ser motivo de problemas para entrar
en el país. Lo tenía ya hablado con Raúl y, de camino por los pasillos del
aeropuerto hasta llegar al control de entrada al país, Raúl nos dio
instrucciones para que siguiéramos adelante con su hija, que él y Virgilio se
desviaban por otro pasillo para hacer unas gestiones. Pasamos el control de
entrada sin ningún problema y nos dirigimos a la cinta de recogida de equipaje.
Al poco rato aparecieron Raúl y Virgilio con todo solucionado. ¿Quién es
verdaderamente este hombre –nos preguntábamos- y qué influencias tiene en este
país?.
Eran ya las 7 de la mañana y estaba amaneciendo en Teherán cuando nos
acercamos con todos los equipajes a la puerta de salida. Allí fuimos
conscientes de la tremenda nevada que había caído (y seguía cayendo). Después nos
enteramos de que hacía 50 años que no nevaba tanto en aquella ciudad. Hacía
frío (unos 8º bajo cero) y vinieron a buscarnos tres individuos con una
furgoneta de 10 plazas y un turismo. Uno de ellos (luego supimos que se llamaba
Afshín) hablaba un poco de español y nos recibió con una sonrisa y un “bienvenidos a su país”. Era el conductor
de la furgoneta y nos indicó que subiéramos a la misma. Como no tenía maletero,
el equipaje iría en el turismo y los otros dos individuos se encargarían de
cargarlo en el mismo. Como quiera que Raúl observara cierto recelo por nuestra
parte en desprendernos de nuestras maletas, nos tranquilizó diciendo que eran
personas de total confianza. Los 25 Km de recorrido hasta la capital fueron por
una autopista casi impracticable por la nieve, con un intenso tráfico de
vehículos. Los carteles en persa (con signos árabes, pero allí no se habla
apenas árabe) evidenciaban que verdaderamente nos encontrábamos en Oriente
Medio.
En la entrada a la ciudad, Afshín tuvo que parar y bajar a limpiar el
parabrisas, pues la visibilidad se había hecho ya muy penosa por la nevada que
seguía cayendo y el hielo que se formaba debido a la baja temperatura. El coche
se perdió con las maletas. Íbamos dispuestos a adaptarnos a todo lo que nos
surgiera. Ante una invitación de este tipo y en un país como éste, incluso
contemplábamos la posibilidad de que nos repartieran por casas particulares,
como forma de resolver nuestro alojamiento. Sin embargo, la furgoneta se detuvo
ante la puerta del Hotel Internacional Parsian Esteghlal, de 5 estrellas. Era
donde nos íbamos a alojar durante nuestra estancia en Teherán. Tenía un hall grandísimo,
donde nos invitaron a sentarnos y nos sirvieron un té caliente mientras
esperábamos la llegada de las maletas, ya que el coche que las portaba,
efectivamente, se había perdido. Nos indican que pasemos al comedor para
desayunar (son ya las 9 de la mañana), pero no tenemos apetito, después del
largo viaje, el desajuste horario y haber comido algo en el avión. Raúl nos
indica que hagamos un pequeño esfuerzo, aunque comamos poco, porque detecta que
puede producirse cierto malestar ante nuestra negativa. El bufet es estupendo y
al final nos aplicamos todos a tomar un buen desayuno, con fruta, huevos,
zumos, café, dulces, etc. Después de desayunar, Raúl nos sugiere descansar en
la habitación hasta la hora de la comida, idea que aceptamos con gusto. Me toca
compartir habitación con José Miguel; Javier con Virgilio; los dos musulmanes
juntos y, naturalmente, Laila con su padre. Nos alojan en la planta 13. Las
habitaciones son amplias y cómodas, cada una con su correspondiente terraza y
unas vistas espectaculares hacia la parte más moderna de la ciudad.
LLEGADA AL
HOTEL. VISTA DE LA CIUDAD DESDE LA HABITACIÓN
(Continuará)
2 comentarios:
Jajaja.
Virgilio no quiso enviarme su pasaporte porque quedaban solamente dos o tres días para el viaje y temía que pudiera perderse en correos. Cómo yo le tranquilicé diciendole que al llegar al aeropuerto de Teherán podríamos comprar allí mismo el visado, así quedó la cosa.
Al llegar al aeropuerto nos fuimos a la ventanilla de visados, pagamos los sesenta euros de rigor, le extendieron su visado en el pasaporte y fin del misterio.
¡Apasionante relato!...espero coincidir con vosotros en algún viaje.
J.López-astilleros
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