martes, 18 de junio de 2024
¿UNA NUEVA "TORRE NUEVA"?
lunes, 2 de mayo de 2022
PREGÓN FERIA DEL LIBRO DE TAUSTE 2022
Hola, taustanos y
visitantes, amigos y amigas.
Por fin, un año más
aquí. Después del parón que nos ha impuesto esta maldita pandemia, volvemos a
reunirnos en esta fiesta estupenda que supone la Feria del Libro de Tauste y
que este año cumple su vigésimo segunda edición.
Ya me conocéis, pues
soy de aquí, y me siento muy feliz de encontrarme hoy en este lugar, en este
balcón. Y además de feliz, orgulloso, a la vez que agradecido. No puedo sino
tener palabras de agradecimiento a la Organización de esta Feria, de este
evento que se ha convertido para nosotros en algo asentado e imprescindible. La
Feria del Libro de Tauste supone ya una parte importante de nuestro patrimonio
inmaterial, que no es poco, porque, si veinte años no son nada, veintidós ya
pueden empezar a ser mucho: el producto de una labor continuada e incansable
que debe llenarnos de orgullo. Por eso, ser designado pregonero para este
evento, y más todavía, después de estos años de paréntesis, es para mí un gran
honor que me llena de satisfacción y agradecimiento.
En este día espléndido,
dará gusto volver a contemplar a familias enteras, cargadas con libros y
cuentos, recorriendo los puestos que hoy llenan nuestra plaza. Eso significa
que, por una vez más, en la noche del 1º de mayo (es decir, esta noche), en
muchos hogares taustanos se vivirá la magia de ojear cuentos y de leer en
familia. Después de casi un cuarto de siglo desde aquella primera feria, hoy
vemos a padres jóvenes recorriendo los puestos con sus niños de la mano y que,
un día, fueron ellos aquellos niños que eran llevados por sus padres. Seamos
conscientes de este prodigio, de la la importancia de esta transmisión
generacional, la forma más eficaz de hacer de Tauste un pueblo culto, porque un
pueblo culto siempre será un pueblo libre y próspero.
Se supone que la misión
de un pregonero de una feria del libro es animar a la lectura. Pues bien, voy a
intentarlo, aun a riesgo de convertiros en lectores empedernidos:
Leer es la mejor
herramienta y voy a tratar de explicar por qué.
- En primer lugar, leer
te brinda tranquilidad.
- Es un entretenimiento
gratuito y reconfortante, pues, aunque los libros cuestan, tenemos bibliotecas
donde se pueden pedir libros prestados, todos los que quieras. Puedes seguir
pidiendo y pidiendo, para leer una vida entera.
- Leer te ayuda a
desarrollar el pensamiento y practicar la concentración de una manera lúdica.
- Te ayuda a reducir el
estrés y, por tanto, a mejorar tu salud.
- Te hace más sabio.
Nunca sabes en qué momento puedes aplicar algo que aprendiste en un libro,
incluso si el libro era de fantasía, poemas o temas inexistentes en el mundo
real. Siempre se aprende mucho de un solo libro; además, esta sabiduría nadie
te la podrá quitar.
- Leer expande tu
vocabulario y mejora tus habilidades. Ejercita tu memoria y estimula tu mente.
- Nos hace comprender
mejor el mundo en que vivimos. Nos abre las puertas del conocimiento y da alas
a nuestra inspiración e imaginación.
¿Conocéis alguna
actividad humana más beneficiosa y gratificante que esta? ¿Algo que llene tanto
y que, sin embargo, no engorde?
Leer nos ayuda a ser
más intelectuales, a tener una vida más plena. La vida y el conocimiento son
inseparables. Solo la vida es más importante que el conocimiento.
El que lee nunca está
solo. Le acompañan los personajes que componen la trama de esa historia, real o
ficticia, que está leyendo. Pero no es como ver una película en la que todo te
lo dan hecho, en la que no puedes imaginar las caras de esos protagonistas
porque ya te las dan puestas en la pantalla. Cuando lees una novela, de alguna
forma, la estás construyendo tú mismo en tu mente. Convives con esos
personajes, los haces tuyos, aprendes con ellos y de ellos, y todo lo que te
está contando el autor a través de esas páginas, lo procesas tú a tu manera.
Tanto es así que, el resultado final será la suma de los dos ingredientes: por
una parte, lo que ahí hay escrito y, por otra, lo que tú, con tu actitud, estás
aportando. Al final, será una cosa totalmente personal y subjetiva, diferente
para cada lector. En definitiva, una experiencia fascinante. Cuando terminas el
libro, sientes la nostalgia de la despedida, de dejar de convivir con esos
personajes de las que te has encariñado durante el tiempo que te ha durado esa
lectura, hasta que comienzas otro libro.
Por eso, leed, leed,
leed… Todos los días. El día que no dispongáis de tiempo, leed también, aunque
solo sea una página del libro que tengáis empezado. Aunque solo sea lo justo para
no perder el contacto con esa historia. No os importe que ese libro os dure
meses. Y si no lo soportáis, cambiad a otro, pero no os perdáis la experiencia
maravillosa que proporciona la lectura.
Los libros nos hacen
soñar y estimulan nuestra imaginación. No os perdáis lo que se os da en ellos.
Leer es la forma más barata de viajar a otros lugares y a otras épocas. Decía
Umberto Eco que “quien no lee, a los 70 años habrá vivido tan solo una vida (la
suya propia). Quien lee, habrá vivido 5.000 años, porque la lectura es la
inmortalidad hacia atrás”. ¿Os parece poco?
No quiero cansaros más.
Disfrutad del día y de la lectura, que merece la pena. En realidad, sois
vosotros los verdaderos protagonistas de esta fiesta.
Un abrazo para todos y muchas gracias.
Tauste, 1 de mayo de 2022.
Jaime Carbonel
Monguilán.
viernes, 5 de noviembre de 2021
SAN JOSÉ Y LA PÉRDIDA DE MEMORIA DE UN PUEBLO
Cuando una persona comienza a perder
la memoria, uno de los síntomas que más apenan a los que la conocieron en sus
plenas facultades es la inexpresividad creciente que su rostro va adquiriendo.
El patrimonio arquitectónico
tradicional de un pueblo configura algo así como la memoria colectiva de ese
pueblo. Las calles, los edificios que las conformaron, el paisaje urbano en sí
y aquellos lugares emblemáticos que han sido escenarios de acontecimientos
repetidos año tras año, pasando de generación en generación a través de los
siglos, son como ese rostro capaz de transmitir multitud de sensaciones vitales y que, a medida que se van perdiendo, el efecto es comparable al de esa persona enferma de Alzheimer.
Es responsabilidad y obligación de un
pueblo conservar ese acervo, así como mantenerlo y transmitirlo a las
generaciones venideras. No debemos considerarlas de nuestra propiedad porque suponen
el derecho de los que nos han de suceder a recibir el legado de nuestros
antepasados.
Tauste, desde la segunda mitad del
siglo pasado, ha venido perdiendo de manera inexorable e indolente casi todo
ese patrimonio, algo que contrasta con ese sentimiento de “saber conservar las
tradiciones”. Da mucha pena ver fotografías antiguas de nuestro pueblo y
comprobar en lo que hemos caído. Perdimos la plaza con sus altos, el palacio de
los Ayerbe y tantas casonas que fueron señoriales en su tiempo y que, con el
pretexto del progreso, fueron cayendo una tras otra en aras de la especulación, mientras en otros lugares han sabido rehabilitar, conservar y hasta rentabilizar.
Ahora tenemos un pueblo amorfo, fruto del desorden urbanístico que venimos sufriendo
desde hace más de medio siglo, donde el mayor infractor ha sido casi siempre el propio
Ayuntamiento. Lo peor no es eso, sino que, ante la falta de atractivo, de
creación de empleo de calidad y de un futuro ilusionante para los jóvenes, la
demografía va en declive, cada vez tenemos más edificios en ruina, solares sin
uso en el centro urbano y el valor de los inmuebles decrece de manera importante porque no
hay demanda. Padecemos pérdida de memoria y, poco a poco, como pueblo, nos
vamos muriendo sin darnos cuenta. Digo "sin darnos cuenta" porque cuando uno es consciente de ello, cuando uno
mantiene su vigor mental, se esfuerza por cambiar el rumbo para no abocarse
hacia el final, y eso, lamentablemente, no lo veo en Tauste, ni en unos ni en otros.
Ahora nuestra ermita de San José es tristemente noticia porque ya está en la Lista Roja del Patrimonio. Algunos dicen que ya no se puede restaurar. ¡Qué saben ellos! Hace unos años, gastaron una pasta gansa en apear los arcos diafragma con fábrica de ladrillo, con zunchos de hormigón armado y todo. Con esos apeos tan sólidos y costosos (acompaño fotos de hace ya varios años), los arcos, que suponen la estructura fundamental del edificio, no se pueden caer jamás, pero se les podría haber ocurrido invertir en cuenta ese dinero en reparar la cubierta porque de esa forma se hubieran salvado, no solo los arcos diafragma sino también la cubierta. Los que sí están hechos “unos zorros” son los apuntalamientos que pusieron en el exterior para sujetar los muros, por dejadez y falta de mantenimiento. Ahora se da la situación grotesca de que son esos pobres muros los que sirven de apoyo a esos puntales de madera en lugar de ser al revés.
Hace ya nueve años que desde la Asociación Cultural "El Patiaz" se entregó al Ayuntamiento una memoria valorada para salvar San José. Se trataba de una memoria donde se describía su marco medioambiental e histórico, una descripción arquitectónica detallada con un minucioso análisis de su estado, una propuesta razonada de actuación, la justificación de la misma y su valoración económica. Un trabajo de 30 páginas hecho de manera gratuita y que no ha servido para nada. Estará en algún cajón durmiendo el sueño de los justos.
De momento San José ahí sigue, a la entrada de nuestro pueblo, para vergüenza y escarnio de todos nosotros. Esperemos que, si algún día alguien se decide a abordarlo, lo haga con más profesionalidad y cariño que con San Antón. Pero esa es otra historia.
sábado, 28 de agosto de 2021
ZAGRÍ O TAGARINO
Me preguntan con cierta frecuencia qué es eso de “zagrí” y qué es eso de “tagarino”.
Claro, como es algo que nunca nos enseñaron en las escuelas ni en los
institutos… Allá voy.
Cuando se creó el reino de Alandalús en la península ibérica (ya sé que
todo el mundo escribe “al-Ándalus”, pero nosotros seguimos el criterio del profesor Federico Corriente, uno de los arabistas más ilustres
que ha tenido este país), quedó establecida su frontera superior en el valle
medio del Ebro, llamándose esta “ath-Thagr al-‘Alà”, que viene a significar
“Marca Superior de Alandalús”. Así pues, los habitantes de aquí eran las gentes
del “Thagr” (conviene advertir que el conjunto de las letras “th” se pronuncia
“z”). Basado en esto, Javier Peña Gonzalvo, ante la ausencia de un gentilicio para
nuestros antepasados debida a ese empeño visceral tan español de echar tierra
sobre todo esto, se inventó un neologismo:
ZAGRÍ
La palabrica estaba muy bien razonada, pues, para que la gente no se
liara y la pronunciara con el sonido “z”, renunció a mantener la “th” y aplicó
la terminación “-í” por ser la más habitual para los gentilicios provenientes
de la lengua árabe. Como ejemplos de ello, pueden servirnos las denominaciones
“andalusí”, “saraqustí”, “marroquí”, “iraní”, etc. La propuesta de Javier tuvo
aceptación hasta el punto de que fue admitida su propuesta de ponerle ese
nombre a una céntrica glorieta zaragozana (pueden buscarla en Maps: “Glorieta
de los Zagríes”). Aprovecho para contar que no es su único logro en este
sentido, pues también consiguió que pusieran el nombre de Mundir I a una calle
del casco viejo de Zaragoza. No es lo de menos, pues algo de reconocimiento
merece el tal Mundir, zaragozano él, que fue el fundador y primer monarca del
reino de Saraqusta, en 1018, cuando el de Aragón todavía no existía, y que bajo
su mandato alcanzó este territorio un crecimiento inusitado en todos los
aspectos, a diferencia de nuestro gran Alfonso I, quien, cuando entró en
Zaragoza justo 100 años después, se encontró una ciudad de más de 50.000
habitantes y en menos de un año se le había quedado en la décima parte, o Jaime
I, que, entre otras gracietas que nos hizo, está la de correr la muga entre
Aragón y Cataluña del Segre al Cinca, y nosotros, como somos tan “agradecidicos”,
les dedicamos las calles más sonadas de nuestra ciudad.
TAGARINO
Resulta que, tiempo después, Javier Peña, releyendo el Quijote, se encontró con que, en el capítulo XLI, que lleva por título “Donde todavía prosigue el cautivo su suceso”, pone esto que aparece en la foto que aquí adjunto: “Tagarinos llaman en Berbería a los moros de Aragón, y a los de Granada, mudéjares”.
Imaginen la satisfacción de Javier, hombre de Ciencias él (es
arquitecto), con casi toda una vida ninguneado por muchos de los de Letras que
se arrogan la exclusividad de poder opinar y dictaminar sobre cosas de historia
y de lengua.
Para todo tiene.
domingo, 14 de febrero de 2021
EL PROBLEMA DEL PATRIMONIO ZAGRÍ DE LA CIUDAD DE CALATAYUD
Sobre la figura de Agustín Sanmiguel, ya escribí sendos artículos en 2011 y en 2016. En este último hablaba del homenaje
que se le había hecho en Calatayud -su ciudad natal- y me lamentaba del
silenciamiento de esa labor tan brillante que este hombre había llevado a cabo
en el hecho de detectar cómo una parte de la arquitectura catalogada como
mudéjar no lo es tal, sino de época islámica. Entre otras muchas cosas, con
gran sagacidad, sentó unas sólidas bases que llevaban a la conclusión de que el
claustro de la colegiata de Santa María de Calatayud ocupa el mismo solar de la
mezquita aljama, apuntando que sus muros perimetrales pueden ser restos materiales
de la misma.
También supo razonar con mucha lógica cómo la iglesia de San Andrés
conserva parte de la mezquita que allí hubo y que la torre, salvo los dos
cuerpos superiores, no es sino el propio alminar erigido en el siglo XI. Uno de
sus mejores libros se titula “Torres de ascendencia islámica en las comarcas de
Calatayud y Daroca”, en cuya portada aparece nada menos que esta torre
despojada de esos cuerpos posteriores.
Se le tuvo mucha consideración porque a un hombre con semejante
inteligencia y capacidad de trabajo, todo ello acompañado de una exquisita
prudencia, no es fácil negársela. Pero no era historiador ni arqueólogo; era
biólogo.
Hace pocos días salió en Heraldo de Aragón la noticia del hallazgo de un
muro de tapial de yeso en el subsuelo del ábside de la colegiata de Santa María
de Calatayud, afirmando que se trata de los restos de la mezquita aljama.
Evidentemente, dada la potencia del muro, ha de tratarse de un edificio público
y no puede ser sino de época islámica, pero llama la atención ese
apresuramiento en afirmarlo. Parece entreverse la intención maliciosa de echar
tierra sobre los argumentos de Sanmiguel, algo así como “lo que decía este
hombre ya no vale porque lo bueno es lo que hemos hallado nosotros”. ¿Por qué tanta
prisa? ¿Por qué no puede ser algo anexo a la mezquita y no la propia mezquita? Las
explicaciones de Sanmiguel acerca del claustro son de mayor entidad que el simple hecho de haber encontrado los restos de un muro enterrado, pero nunca han
querido que prevalezcan. Parece más bien un afán de dar carpetazo a su teoría
cuando, realmente, de lo que debería tratarse es de compatibilizar todo aquello
que tiene sentido.
Lo mismo ocurre con la torre de San Andrés, de la que he leído hace poco "lo de siempre" (construcción mudéjar, época cristiana), apuntando simplemente que, para Javier
Peña, podría tratarse del alminar de la mezquita del siglo XI. No es exacta esa
afirmación ni me parece inocente esa inexactitud: Javier Peña y otros -entre
los que me incluyo, además de Agustín Sanmiguel-, no es que pensemos que
“podría tratarse de...”, sino que tenemos la seguridad de que ES EL ALMINAR DE
LA MEZQUITA DEL SIGLO XI.
Se observa por parte de estos medios dependientes de la Facultad de
Filosofía y Letras algo así como cierto autismo colectivo que les impide ver
más allá de esas limitaciones que ellos mismos se han impuesto, aunque no
falten licenciados realmente competentes. Se impone un silencio y un
inmovilismo que lastra de manera perniciosa el desarrollo cultural y turístico tan
espectacular del que podría gozar la ciudad de Calatayud.
Haría muy bien Calatayud en sacar pecho y pregonar sin complejos a los
cuatro vientos que posee un rico patrimonio zagrí, de ladrillo y yeso, contemporáneo
del palacio de la Aljafería, además de su recinto fortificado que abarca
diferentes etapas, ya desde la época emiral. Si por parte de los que siguen
echando tierra sobre ello existe algún complejo en reconocer las auténticas
fuentes de estos descubrimientos (Agustín Sanmiguel Mateo y Javier Peña
Gonzalvo) por no haber sido profesionales salidos de la Facultad de Filosofía y
Letras, incluso podrían omitirlo, aunque no fuera muy decoroso. Seguro que hasta
ellos lo preferirían porque no tienen ese celo tan extremo de la propiedad
intelectual, si ello fuera a redundar en beneficio de Calatayud y, por ende, de
todo Aragón.
viernes, 8 de enero de 2021
OTRA GRAN PÉRDIDA DE OPORTUNIDAD PARA TAUSTE
Hace más de siete años publiqué esto en mi blog y me supuso claras
muestras de resentimiento por los que se sintieron aludidos. Se trataba de una
denuncia ante la falta de apoyo por parte del Ayuntamiento de Tauste en aquel
proyecto ambicioso en el que nos embarcamos desde la Asociación Cultural “El
Patiaz” de crear un campo de trabajo arqueológico en un solar de la maqbara. En
aquella ocasión me quejaba de lo mucho que se había perdido Tauste por esa falta
de implicación institucional. Me consta que, lejos de perdonármelo, ese
resentimiento y sus efectos han ido en aumento.
Se mostraron dolidos por el estilo ácido que empleé en aquel
artículo, pero es que no pude hacerlo de otra manera. Ante la escasa
repercusión que aquello tuvo a nivel de promoción de nuestro pueblo de cara al
exterior (y la que tuvo fue gracias a El Patiaz), para hacerme entender,
comparaba la triste realidad de aquí con cómo se hubiera podido gestionar en
otro lugar con decidida vocación de aprovechar las ocasiones que se dan en la
vida.
Volvemos a lo mismo, pero a mayor escala, porque lo que ahora
se ha destapado son 4.000 m2 de necrópolis en plena avenida Obispo Conget. Lo
sabíamos. No era ninguna sorpresa. El asunto era muy importante, tanto como
para haber planificado los trabajos minuciosamente, compatibilizándolos con la
gran afluencia de turismo que hubiera supuesto de haberlo gestionado
adecuadamente. Promocionado como el cementerio islámico más espectacular de
Europa en el momento actual de su excavación, Tauste merecía que esa obra hubiese
esperado a que pasara la pandemia. Desde el Ayuntamiento tendría que haberse
coordinado a los gremios de hostelería y comercio para haber hecho un frente
común: “chicos, vamos a hacer esta obra y vamos a petar el pueblo; tenemos que
estar preparados para aprovecharlo”. La excavación arqueológica tendría que
haberse planteado como un campo de trabajo, donde hubieran venido estudiantes
de arqueología de diversas partes del mundo a trabajar gratuitamente, como lo
hacen en el yacimiento de los Bañales. Las áreas de actuación debidamente
planificadas por fases para minimizar el trastorno a los vecinos. Nada de esto
se ha hecho y este tren no volverá.
Menos mal que, en medio de este desierto, El Patiaz supo dar
la nota correspondiente y conseguir que nuestra maqbara fuese conocida en todo
el mundo en pocos días. Hemos recibido información del mundo islámico acerca de
un gran mercado turístico en países como Turquía, Malasia, Indonesia, etc., que
recibirían con curiosidad y positivamente nuevos destinos como nuestro pueblo.
Encomiable también la labor de José Ángel Cardona y su equipo, que, a pesar de
las dificultades impuestas por la pandemia, han conseguido resultados
espectaculares de afluencia de grupos, siempre con las medidas de seguridad
oportunas. ¡Qué hubiera podido ser esto en tiempo normal! Tal y como le dije al
presidente Lambán el día de su visita a la necrópolis: “si importante es el
cementerio, casi es lo de menos, porque el cementerio solo es el reclamo; lo
trascendente y lo que hay que vender al exterior es el legado que nos dejaron
las gentes que aquí fueron enterradas, que es la torre". El cementerio se
tapará, pero la torre ahí estará siempre, y en torno a ello, con ganas, con
trabajo y con ilusión, se pueden hacer muchas cosas. Aragón, más temprano que
tarde, sacará pecho por ese patrimonio zagrí tan nuestro y tan singular, y me
da que, al paso que vamos, Tauste, que podía haber ido a la cabeza por una vez
en la vida, acabará quedándose atrás o en el olvido por falta de iniciativa
local. Ya lo sufrimos en la Expo de 2008 dedicada al agua, donde no tuvo
presencia alguna nuestro canal y donde hubo una sala en el pabellón de la DPZ
con imágenes del mudéjar de toda la provincia y faltaba nuestra torre.
Causa estupor la falta de ambición de un pueblo donde hay
unos colectivos directamente afectados, pero también sumidos en esa pasividad
que impera. Tauste se nos muere lentamente desde hace años y no nos damos
cuenta. Parece un efecto parecido al de los caracoles cuando se los pone a
engañar, que se encuentran muy a gusto en el agua calentica y, a lo que se dan
cuenta, ya están muertos. Copio y pego lo que Wikipedia dice de nuestro pueblo
después de exponer su evolución en los últimos años: “Tauste se consolida como
una de las poblaciones de menor dinamismo de su entorno si la comparamos con …”.
Geográficamente, tenemos una situación privilegiada. ¿Queremos
dejarles a nuestros hijos el mejor lugar donde vivir o nos da igual que tengan
que buscarse la vida fuera? Siempre he dicho que si Ejea estuviera donde está
Tauste, aquí habría una ciudad como Tudela o mayor, y si Tauste estuviera donde
está Ejea no sería más que Castejón de Valdejasa, dicho esto con todo el cariño
y respeto hacia nuestros vecinos castejoneros, que luchan dignamente por la supervivencia
de su pueblo. El progreso o el declive lo traen los dirigentes y la implicación
(o falta de implicación) de los diferentes colectivos, y no será porque Tauste
no tenga gente brillante en todos los ámbitos, que la hay, pero… ¿y ese conformismo? Se trata de
sumar voluntades y no de dividirlas, y está claro que aquí sabemos hacer muy
bien tanto lo uno -por fortuna- como lo otro -por desgracia-.
Mientras tanto, así estamos.
domingo, 22 de noviembre de 2020
EL FUTURO DE LA AVENIDA OBISPO CONGET
Por fin se va reconociendo la gran importancia que tuvo Tauste entre los
siglos VIII y XII. Resulta impresionante la repercusión mediática a nivel
internacional que, en estos días, está cobrando nuestro pueblo con las
excavaciones arqueológicas de la avenida Obispo Conget, gracias a la labor de la
Asociación Cultural “El Patiaz”.
Si importante es el cementerio en sí por todo lo que representa, lo
verdaderamente trascendental es el legado que aquellas gentes nos dejaron: la
torre de Santa María, signo de la evidente grandeza que tuvo Tauste en aquella
época. De ella ya casi nadie se atreve a cuestionar que es una construcción
zagrí y no mudéjar. No es un asunto baladí, por el reconocimiento histórico que
ello supone. Por poner un ejemplo jocoso: nuestra torre es tan “mudéjar” como
la Giralda (que no lo es, por supuesto, y, en todo caso, fue construida
aproximadamente un siglo y medio después que la nuestra). Pues bien, a ver
quién se atrevería a decirles a los sevillanos que su torre es mudéjar. No lo
admitirían, por supuesto, y bien que harían. Pero, al fin y al cabo, aquello es
Andalucía, donde parece normal encontrar patrimonio hispano-musulmán. Por eso
es mucho más exótico el hecho de tenerlo aquí y debemos sacar pecho los
aragoneses para promocionar este patrimonio tan singular.
No podemos desaprovechar este momento. Es de esas cosas que, si no se
gestionan en su momento y de manera audaz, se desvanecen en pocos meses y
quedan en nada.
LA CLAVE ESTÁ EN QUÉ HACER CON LA AVENIDA
El proyecto aprobado en su día
consiste en un bulevar central con un carril de circulación a cada lado del
mismo y sendos cordones de aparcamiento en las orillas, por lo que las aceras
laterales ya quedan demasiado estrechas, sobre todo en algunos puntos donde, si
no lo remedian, ni siquiera podrán cruzarse dos carros de bebés o dos sillas de
ruedas.
La pandemia nos está demostrando lo importante que es disponer de amplias
zonas peatonales, cuanto más mejor, sin desatender, por supuesto, las
necesidades de tráfico, de aparcamiento y de acceso rodado a todas y cada una
de las fincas.
Por su situación, orientación y dimensiones, esta avenida reúne unas
condiciones estupendas para convertirse en la gran sala de estar de nuestro
pueblo. Una zona peatonal en el lado norte (el opuesto al colegio Alfonso I)
tendría todas las ventajas: en verano los edificios de ese lado hacen sombra
por la tarde, pero en invierno no. Si hace cierzo (el gran inconveniente de
nuestra tierra), estaría al abrigo del mismo y en invierno disfrutaría de un
espléndido sol casi todo el día. Tenemos que pensar que, cuando nuestro
pueblo despegue, en esa avenida puedan establecerse negocios de
hostelería al lamín de las amplias terrazas que ahí podrían sacar. Con el
diseño ahora previsto -el bulevar central y las aceras estrechas en ambas
orillas- esto no será posible. Además, dada nuestra climatología, será inhóspito pasear por ese bulevar sin el abrigo
del viento en invierno y sin las sombras de los edificios en las tardes de verano.
Siempre nos hemos quejado de la falta de espacios de este tipo en nuestro
pueblo y, ahora que se nos presenta la ocasión, ¿vamos a desaprovecharlo? Claro
que hay avenidas con bulevares centrales en otras ciudades y que tienen
bastante éxito, pero son, generalmente, vías públicas de mayor anchura que esta
y, además, con porches bajo los edificios que las hacen “habitables”. Pero este
no es el caso.
La solución que planteamos (me expreso en plural porque me han ayudado Javier Peña y José Miguel Pinilla) es una acera de 2,50 metros en el lado sur (el
del colegio, que es el ancho que tienen las calles transversales) y un solo
carril de circulación flanqueado por sendos cordones de aparcamiento (que no
falten plazas, que son muy agradecidas). De esa forma, quedan 10 metros de
anchura hasta el lado norte para toda esa franja peatonal. Los accesos desde
las calles laterales que vienen de la zona centro se realizarían pasando los vehículos tranquilamente sobre
la zona peatonal. Esos pasos se señalizarían y protegerían con el
correspondiente mobiliario urbano (bancos, jardineras, zonas de recreo, etc.),
conviviendo ordenadamente peatones y vehículos. Podemos ver esta solución en
muchos lugares con bastante acierto, concretamente en el paseo Independencia de
Zaragoza y sus adyacentes. La misma solución se aplicaría para las entradas a
garajes, que, siempre que se pueda ni se perjudique a nadie, no hay por qué
establecer limitaciones ni prohibiciones innecesarias.
La zona de delante del colegio Alfonso I ganaría mucho en calidad como
antesala de la entrada y salida de los niños, así como espera de los mayores.
Hablamos de casi 6.000 m2 de zona para esparcimiento (la plaza de España de
Tauste, para que se hagan una idea, apenas tiene 2.300 m2, porches incluidos).
Ahora nos lamentamos del gran error que supuso derribar el palacio de los
Ayerbe y construir ahí el ayuntamiento en los años 70, en lugar de haberlo
traído a esta zona. El pueblo quedó comprimido en su centro histórico (que
tampoco se conservó), con las limitaciones que ofrecen sus calles, y el
ensanche (que ya estaba proyectado por entonces) quedó condenado a varias décadas
más de usos de corrales. Total, 50 años de retraso urbanístico y cuando vemos
otros pueblos pensamos “¿qué ha pasado en el mío?”. Acertar o no con esta
avenida puede suponer un paso definitivo adelante u otro estancamiento de
varias décadas más. Esta vía tiene que ser la unión entre el centro urbano y el
ensanche para facilitar el desarrollo de este. El diseño propio de una vía de
circunvalación (como es la avenida Perimetral de Ejea) supondría una barrera
para ello.
Además, existe un problema que, posiblemente, no se ha planteado y que
algún día habrá que resolver. El que tenga una solución más o menos
satisfactoria depende de lo que se haga ahora. Se trata del ordenamiento del
tráfico en el nudo donde confluyen las dos avenidas con la carretera hacia
Pradilla y las calles Bretón y Hernán Cortés. La solución deberá pasar por una
rotonda, inevitablemente, pero tiene el problema de que no hay demasiado
espacio libre para ello. Si por parte de las avenidas Obispo Conget y Sancho
Abarca solo confluyera un carril de cada una (el de Obispo Conget que fuera de
bajada y el de Sancho Abarca de subida) el nudo se simplificaría bastante, y no
por ello se iba a producir colapso alguno en el tráfico, porque la densidad del
mismo en estas avenidas es relativamente baja. Lo importante es facilitar
el acceso rodado a todos los sitios, para la comodidad de todos los usuarios y
residentes en la zona. En el urbanismo moderno se tiende a destinar al tráfico
el espacio necesario y todo el sobrante al peatonal, y no al revés, que es lo
que se ha hecho hasta ahora en Tauste y que tan ingrato resulta.
En cuanto a la necrópolis, se está hablando de dejar la recreación de una
tumba para perpetuar el recuerdo de lo que aquí hubo. Todos sabemos que, más
temprano que tarde, acabará siendo tapada y todo quedará en el olvido. ¿Por qué
no aprovechar para tener una avenida singular, una especie de “paseo de las
estrellas” pero en Tauste? En la zona peatonal, se trataría de colocar unas
losas que recuerden las tumbas que han salido, con las formas y tamaños
aproximados que tienen. El resto podría ser un pavimento continuo (no de
losetas) para evitar los recortes entre baldosas, que es lo que peor queda
siempre. Estamos acostumbrados a ver este tipo de pavimentos en zonas comerciales,
tanto interiores como exteriores. Hay amplias gamas de acabados y de colores y
aportarían un alto grado de modernidad, además de que, económicamente, es más
barato que el embaldosado.
De esa forma, la cripta que plantean para guardar los restos óseos podría estar bajo la zona peatonal y procedería poner encima una placa
antivandálica con una pequeña explicación trilingüe de lo que representa todo esto (español, inglés y árabe), con esa recreación de tumba al lado que se está
proponiendo.
El cambio que aquí se plantea respecto a lo proyectado no es nada
sustancial ni en lo técnico ni en lo económico (sé de lo que hablo). Solo se trata de plasmarlo en un
plano que modifique lo anterior (puede ser más o menos este que aquí adjunto) y unas
pequeñas modificaciones de las partidas presupuestarias a las que afecta, donde
se verá que, económicamente, no implica incremento de costes. Todas las
infraestructuras que se llevan enterradas hasta ahora sirven perfectamente. Un
proyecto no es algo invariable y todavía no se ha colocado el primer bordillo.
Todavía se está a tiempo y, por tanto, solo es cuestión de voluntad.
Piénsenlo, por favor, que nos jugamos mucho.